Proyecto afecto de Cotrafa
Víctor Bustamante
Este evento es de suma importancia por una razón de peso: la
sensibilización en los colegios para que la comunidad educativa recuerde la jerarquía
de la música colombiana, ya que esta se encuentra proscrita de la cotidianidad
no solo de los alumnos, sino de todo el ambiente en que ellos viven. A ellos la
tecnología les ha dado la ficción de un mundo del entretenimiento, un mundo
donde el icono que los empuja a creerse que están a la moda es el de repetir y
copiar pasos de baile y ritmos de la música que se escucha en las discotecas, en
síntesis, los ritmos pegajosos de la música del márquetin; y esa es una posibilidad
de ellos, pero lo que no han tenido en cuenta que cuando salen ese país de la tecnología
que los conecta con el mundo, existe un lugar sagrado que no sienten y es su país.
A ello ha contribuido el silencio de las emisoras que solo emiten música
colombiana en las altas horas de la noche o en la madrugada, en la televisión
donde el reino de la imagen solo se dispone a presentar en cadena lo que se realiza
en el mundo del negocio de la música casi siempre de los países anglosajones.
Por esa razón la música del país, es desconocida por la inmensa
mayoría de los alumnos y además está arrinconada por los medios de comunicación.
Hoy esa actividad, el
Proyecto Afecto, me llena de regocijo cuando escucho las cuerdas de nuestra música
andina o llanera y la voz de Guadalupe Giraldo nos apasiona por su tesitura y fuerza.
Si este evento nos recuerdan que habitamos un país donde la música tiene su
historia, su presencia.
Gracias a ellos por este disfrute, a los bailarines: Juan
Diego Avendaño y Diana Marcela Gutiérrez, a Erika Martínez, al maestro Gonzalo Cifuentes,
y por supuesto, al grupo musical que nos hiso recordar que habitamos un país musical
que hemos dejado casi en el ostracismo.
Además, no debemos dejar de lado ese evento donde la música
colombiana vive grata y llena de presencia en ese país que perdura, y que el
Festival de Hato Viejo Cotrafa hace perenne.
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